-¡Bingo!- Exclamó el Oso Jonás, entusiasmado por aquella grandiosa idea. -Le llevaré un par de galletas hechas con las deliciosas bayas de este bosque, estoy seguro no podrá resistirse.- Su mirada se tornó oscura mientras sus facciones dibujaban una macabra sonrisa que no pintaban nada bien. -Jonás, mi querido Jonás, piensa bien lo que harás. Con mis 6 años de vida, he aprendido que las malas acciones que uno comete nunca terminan bien.-Colocándose en su hombro, habló la pequeña Ruiseñor. -Moriré saboreando su carne y el delicioso néctar de su sangre, mi pequeña Lusci.- Aseguró. Puso garras a la obra, puesto que su plan apenas comenzaba...