"Oh, no, oh, no, oh, no. Henry se tapó la boca apenado por lo que acababa de decir, mientras observaba con sus ojos abiertos del pánico como el rostro de Mina se tornaba cada vez mas rojo de la furia. Asustado, se quedó tan quieto como una estatua, al tiempo que la chica se llevaba las manos a los pies y se sacaba una de sus balerinas rosadas, para luego arrojarla con todas sus fuerzas directo en la cara de su jefe. El zapato pareció volar lentamente por el aire en lo que parecieron unos interminables dos segundos. Henry soltó una maldición (evadiendo las malas palabras, por supuesto) cuando sintió como algo le pegaba en la nariz."