Los soles, siempre soberbios y vanidosos, adorados desde remotas civilizaciones y acostumbrados a reinar, jamás sospecharon que uno de ellos los defraudaría. Aquel sol, dotado de tanta inteligencia como sensibilidad, no tardó en aprender que el secreto radica en revelar el misterio de las pequeñas cosas, tan sencillas como los globos. Tanto quiso ser globo y confundirse entre sus amigos, que le creció el hilo que lo diferenciaba, se transformó y al hallar el camino de la humildad, recién ahí, en ese instante, se elevó.