Entre las ramas de este vigoroso árbol, los cinco continentes de un planeta extremadamente agitado y despojado ya de vegetación, debido al creciente e incomprensible maltrato a la naturaleza. Donde las hojas y la vida natural son apenas un recuerdo, es una clara señal que por allí pasó el espíritu destructivo del hombre. Pródigas hojas que desinteresadamente nos acompañaban, parten ofendidas hacia un nuevo mundo, eligiendo sólo algunos de nosotros para acompañarlas. Haciendo mejor las cosas haremos un esperanzador viaje. Para destruir, dañar y contaminar nos quedamos aquí, en la tierra, que lo hacemos bastante bien. Somos insuperables en el arte que mejor cultivamos, el arte de la autodestrucción y, temo que, aún no concluyó nuestra obra, pues algo queda...