
Draco Malfoy decidió ir a encontrarse con Myrtle la llorona en los baños situados sobre el primer piso del Castillo de Hogwarts, justo encima del Gran Comedor. Sabía que no habría nadie más que ella. Y por eso mismo fue ahí. Algo había cambiado dentro de él desde que supo que su padre había sido preso en Azkaban. Su familia habia sido encriminada por asociarse con el señor tenebroso. Y Draco simplemente no tenía opción. Nunca la tuvo. Desde su nacimiento había sido criado para cierto tipo de pensamiento. Lo malo y lo normal estaban separados por una delgada línea marcada por su figura paterna que de hecho, era mortifago. Y si quería que su padre escapara pronto, debía de cumplir con su misión. Pero al entrar al baño de Myrtle ya había una persona ahí. Llorosa y desconsolada estaba Hermione Granger murmurando cosas y maldiciendo al pelirrojo pobretón y a Lavender. Y Draco no tenía ganas de suprimir de nuevo lo que por años había sentido por la sabelotodo. Un recordatorio de la responsabilidad que su apellido le daba. Tal vez... si él hubiera sido otra persona... No. No lo era, y debía aceptarlo. El rubio no debía consolar ni sutilmente a la castaña. Al final decidió dar la vuelta saliendo rapidamente con expresión indiferente. Solo en sus sueños podría rendirse a lo... prohibido.All Rights Reserved
1 parte