24 partes Continúa Hay miradas que hieren más que un golpe.
Y otras que duelen... porque no puedes dejar de buscarlas.
Hugo González tiene 17 años, acaba de ser fichado por el Fútbol Club Barcelona y es uno de esos chicos que parecen tenerlo todo: talento, velocidad, carisma, una sonrisa tranquila y un ego que no cabe en el vestuario. Está acostumbrado a gustar, a caer bien, a controlar su mundo con una palabra o una mirada. Pero nada lo prepara para él.
Oliver Torre, 19, campeón nacional de Muay Thai. No juega al fútbol, no le interesa, no le importa. Su vida está hecha de golpes, sudor y disciplina. Vive solo, entrena sin descanso y guarda más secretos en la mirada de los que cualquiera podría imaginar. Solo tiene un puñado de amigos, y entre ellos están algunos jugadores del Barça, como Lamine Yamal. Gracias a eso, sus mundos se cruzan.
Una noche cualquiera, el equipo decide ir a ver pelear a Oliver. Y ahí está Hugo, sentado en la grada, mirando el ring con desinterés... hasta que sus ojos chocan con los de él.
Fue solo un segundo. Pero bastó.
Desde entonces, Hugo no lo soporta. Oliver no lo quiere cerca. Se caen mal. Se ignoran. Se provocan. Chocan. Se desafían.
Y, sin embargo, algo se mueve. Algo raro. Algo jodidamente intenso.
Lo que empieza como odio empieza a arder.
Y cuando lo que te quema no es rabia... es deseo.
Pero admitirlo sería perder.
¿Y si no fuera odio lo que sienten? ¿Y si todo empieza, en realidad, por cómo se miran?
