ONESHOT STONY | Steve sintió el calor producido por aquel susurro rozarle el oído. Sabía de quién se trataba, ni siquiera tenía la necesidad de escuchar su voz para intuir quien se había acercado a él. Su mera cercanía era suficiente para erizarle la piel de la emoción y su olor bastaba para alborotarle los latidos de corazón.