Escritos nocturnos sobre una joven desconocida. Nunca me ha resultado sencillo expresar lo que realmente siento. Un mal día, entre tanto silencio y soledad, encontré un viejo cuaderno con sus hojas en blanco. Lo miré fijamente durante unos instantes y algo en mí me dijo que podía confiar en él. Lo hice, confié ciegamente en aquel cuaderno. Es de lo único que no me he arrepentido, hasta ahora. Desde entonces, el silencio y la soledad me sonríen.