La amaba como nunca supe amar a nadie.
Ella era mi cielo, mis ganas, mi sonrisa, mis lágrimas... Era la otra mitad de un corazón muerto: mi corazón; ese que llenaba y vaciaba en cuestión de segundos.
La miraba y quería quedarme a vivir en ella eternamente.
Sus abrazos eran el sueño más bonito que he podido tener jamás.
Sus ojos eran un manjar, un mar de rimas deseosas por escribirse en verso, eran cálidos y suaves.
Éramos juez y parte.
Los rotos de su alma no le hacían justicia a su sonrisa, tan perfecta, tan bonita.
Sus heridas de guerra, después del amor, llevaban mi firma pero nunca las quiso en la portada del mío.
Nos amábamos sin palabras.
Encontrarla sin rotos era como buscar una aguja en un pajar.
Adoraba sus grietas y, sin embargo, para curar su sonrisa y volver a ver brillar esas pupilas otoñales, sabía que tenía que enyesarlas; y así lo fui haciendo poco a poco.
Sus manos eran mi anhelo.
Su regazo, mi cobijo y su silencio, mi cuento favorito para dormir; me lo contaba con la mirada mientras me acariciaba el pelo y qué bonita era, tanto que parecía mi vida entera.
Sin embargo, todo era un sueño y me di cuenta de que nunca seríamos arte y artista, ni la otra mitad de un corazón roto, ni siquiera musa y poeta.
Ella era mi amor a trozos, la mitad marchitada de mi corazón artista, mi otoño rosa, mi abril sin tristeza, mi café sin cigarro y mi baile sin reina.
Ella en mi vida era como Madrid sin poesía en cualquier micro abierto y las secuelas de esta guerra a la que muchos insomnios llamaron "amor", lo que queda de aquellos versos deshechos en 314 rotos y heridos en pedazos que dejaron de saber de ella y empezaron a saber solo a ron; ahí me di cuenta de que se había acabado aquella canción en la que ella era la cara bonita y yo un cantante de rock y ambos, dos barcos hundidos jugando al amor.
Ella y yo no estábamos hechos para un amor real, porque este no se puede medir en versos y ella, al fin y al cabo, solo era un amor po
Se trata de Verónica una adolescente de 18 años, que por desgracia tienes tres hermanos mayores super posesivos, territoriales y celosos que no les temblaría la mano para matar a quien se meta con su princesa...
Daniel es el mejor amigo de estos tres hermanos que ha visto crecer a Verónica, con el tiempo una chispa se hace presente y Verónica quiere mantener sexo con el, este lo acepta solo que a escondidas de sus hermanos. Es solo sexo ¿que podría pasar?
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Esta historia contiene contenido +18
Lenguaje inapropiado
Violencia
Contenido LGBT
Celos
Alteraciones de edad
⚠️Si esto no es de su agrado por favor de no leer⚠️