William está desesperado. Una ola de desgracias lo azotan desde el día de su cumpleaños número veintiuno, cuando encontró a su padres muertos junto a dos dibujos de diferentes flores, ambos hechos con la sangre de ellos. Las cosas empeoran cuando esos sucesos se repiten y la única pista que tiene para dar con el asesino son esas pinturas.