Las palabras son en extremo peligrosas, y poderosas en consecuencia. Malbél es consciente de ello y las ha usado a lo largo de su vida para recorrer un duro camino hasta la cima social que, en su humilde opinión, tanto le corresponde. Sin embargo, el sendero se ha costeado las compañías del hombre, y por tanto, ahora está solo. Frente a él, batallones de lobos rumian en sus mentes el festín que se darán con los restos de todo cuanto Malbél ha conseguido. Pero, él todavía tiene algo que decir al respecto, pues recuerda el poder de las palabras.