La estadía era peculiar aunque normal a la vez, el mismo hombre de siempre se encontraba apoyando sus manos sobre la mesa e inclinando su cuarpo hacia ella, su voz rasposa y profunda le dedicaba las mismas cilabas que las sesiones anteriores. - Ya que tienes tus ojos cerrados, dime. -observó paciente la mirada cerrada que ella dejaba ver para continuar mientras tomaba asiento en la silla del otro lado de la mesa- ¿Que puedes ver? Suspiró pesada mientras negaba cómo si le divirtiera la situación. - La misma pregunta de siempre...