Gris. Ese era el color que predominaba en el pequeño cuarto. Paredes grises, piso gris, techo gris. Sin ventana por la que ver el sol asomarse por la madrugada. El tiempo parecía haberse congelado. Los minutos parecían eternos y las horas nunca pasaban. Lo único que marcaba el paso del tiempo era la pequeña llanura de la puerta que se abría cada tanto para dejar pasar una bandeja con comida. Se podía encontrar una cama contra la pared opuesta a la puerta, y un retrete en el lado izquierdo. No había paredes que separaran el baño del dormitorio. Y en el centro de la habitación, una niña. Historia registrada en Safe Creative.All Rights Reserved
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