Alex es tímido, reservado y bastante pensativo. John, por otro lado, es todo lo contrario: extrovertido, amigable y siempre sonriente. Parecen no tener nada en común, salvo una cosa: ambos son enamorados de la música. Entre canciones de The 1975, WhatsApps contestados con una diferencia horaria abismal y conversaciones en el suelo de un edificio abandonado, Alex descubrirá que todos los poemas resultan tener sentido. Y Alex se dará cuenta de que, cuando se trata de sentimientos, ni siquiera los secretos pueden ocultarlos. «La gente dice que somos como las estrellas, John, pero yo sé que es mentira: algunas personas, como tú, nunca dejan de brillar».