Cada persona nace con un don, nosotros mismos tenemos el gran honor de decidir sobre nuestra mente, cuerpo y alma, conforme crecemos tomamos decisiones correctas y unas no tanto, creemos saberlo todo, crecemos haberlo sentido todo, creemos tener el mundo en nuestras manos, creemos tomar la decisión más adecuada, creemos en tantas cosas, que al final dejamos de creer en uno mismo, nos encontramos perdidos, hundidos y sin esa luz con la que salimos adelante tanto tiempo, nos encontramos solos, acostados mirando al techo a las 2:37 A.m, sin nada, sin nadie, con la esperanza de volvernos a topar de frente con esa misma luz que nos ilumino la vida. O quizás encontremos un mejor resplandor.