Kaitlin vive una vida pacífica y tranquila junto a su madre y su padre adoptivo Stephen MacLean. Para ella, crecer en una casa noble siempre le genero deseos de compartir lo que tenía con los más necesitados. Un día tiene un encuentro accidentado con Henry MacLean, un apuesto guerrero que la cautiva y despierta en ella sensaciones totalmente desconocidas.
Henry MacLean heredero del clan MacLean ubicado en la isla de Mull al sur de las Highland, es un joven apuesto y seguro de sí mismo. Él sabe que nació para librar batallas y planear estrategias en el campo de batalla, no para sentarse a revisar cuentas. Al ver el sufrimiento de su pueblo decide internarse entre los pueblos del clan para conocer de primera mano su vida, pero, lo que no esperaba era toparse con una joven y hermosa joven que lo deja totalmente deslumbrado.
Cuando el corazón le gana a la lógica un peligroso secreto se alzará entre los dos, las circunstancias de sus nacimientos los obligaran a tomar caminos diferentes y a preguntarse.
¿Se puede elegir entre el amor y el deber?
Las cartas están sobre la mesa y es hora de que Kaitlin asuma su lugar, reunir a la rebelión y planear la revocación del joven heredero bastardo es su destino. Ella terca; desconfiada, con ansias de justicia y él arrogante; presuntuoso y con un sentido del deber que deja mucho que desear.
¿Qué pasara cuando su amor del pasado se interponga en la batalla?, ¿Le será fácil decidir entre el amor y el deber cuando el destino del clan este en sus manos?
El clan MacDonald aprovechándose de la tambaleante unión del clan decide atacar provocando que unan fuerzas para encaminarse juntos a la que será la batalla más grande que se haya librado en las Highland.
La madre de Jane Aubrey, tras un intento desesperado por conseguir dinero, vende a su hija a los gemelos Caracalla y Geta como sirvienta.
Estos despiadados gemelos se aprovechan de la menor y le arrebatan su pureza, sin saber que sus juegos iban a tener graves consecuencias.
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Jane Aubrey acaba cayendo en una grave dependencia emocional, y desarrolla el tan conocido síndrome de Estocolmo, que le impedirá seguir conllevando su vida con normalidad.
Por su parte, Commodus aparece de nuevo para hacerse con el trono y pone en peligro la ciudad de Roma y la vida de la menor, pero Geta no dejará que eso pase. ¿O sí?