La Pesanta, perrazo negro, grueso y pesado cual plomo, intensamente peludo, con una terrible pata de hierro, con la que zurra a cuantos halla a su paso de noche por la calle. Pasa por el ojo de las cerraduras, por debajo de las puertas y, si le precisa, se filtra por las paredes. Se complace poniéndose encima del pecho durante el sueño y oprime la respiración, provocando pesadillas y sueños muy agitados y desesperados.
Joan Amades, «Los ogros infantiles», Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 13, 1957, p. 262.
Convertí mis pesadillas en relatos de terror.
Cuidado con los irises que enfocan en tu dirección.
Puede ser ella observando tus haceres.
Puede ser ella maldiciéndote.
No..., tú ya estabas maldecido.
*Historia basada en hechos reales*