Las demás abejas se burlaban y se mofaban de la torpeza y pocas habilidades de Bea. ―No les presten atención ―le dijo en tono de complicidad Wallie, un zángano que siempre andaba revoloteando por la colmena. ―¡Claro, como ustedes no tienen nada que hacer! ―dijo Bea con desánimo―. Ellas tienen razón. Soy una torpe buena para nada, ―señaló con tristeza. ―¡Bah, no es tu culpa! Solo que eres diferente. ―Sí; bruta, torpe, descuidada. ―No seas tan dura contigo misma. Ya aprenderás. Bea es una más de las cientos de abejas que conforman la colonia, cada una ocupada en sus propias tareas. Solo que Bea parecía incapaz de realizar ninguna de aquellas tareas. Copyright © 2019 Samuel Garrido Sánchez. All rights reserved. samuelgarridobooks@gmail.com Amigo lector: Te invito cordialmente a que leas este corto relato. Si te gusta, sígueme, dale "like" y compártelo por tus redes sociales. GraciasTodos los derechos reservados
1 parte