Vimos a mamá con un hombre en la cama. Ese no parecía papá. "¿No os había dicho que os quedarais en vuestra habitación?", gritó acercandose. Mamá estaba muy enfadada. Por su expresión supe que algo malo iba a pasar. La cuerda gruesa con metal enroscada a la mano izquierda me lo confirmó. "Mamá, ¿quién era ese hombre?" Sin pensarlo, pegó a mi hermana con la cuerda y le rasgó el ojo derecho haciéndole sangrar. "¿Por qué has hecho eso?", pregunté llorando. Ahora fue a mí a la que pegó. Dolía mucho. "Para, por favor", supliqué. Eso hizo que me pegara más y más fuerte. Me retorcía en el suelo del dolor, hasta que no pude más y me quedé quieta, dejando que me pegará en la espalda. Sentía la sangre caer. Aquel líquido cálido se resbalaba por mi espalda. No se permiten copias de ninguna de las partes de la historia sin mi permiso.
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