"Padre nuestro, que estas en los cielos, santificado sea tu nombre"- alguna que otra mujer rezaba al creador, mientras abrazaban a sus hijos. "Madre, ¿que ocurre?" "No es nada Tomas, tranquilo"- La mujer de cabellos castaños acarició la mejilla de su hijo. El sonido de los disparos se escucharon afuera de la habitación. La guerra había llegado a la ciudad de Los Ángeles.