Raphael observo a Simon con un dolor increíble en los ojos, le estaba rompiendo su muerto corazón ver como su esposo sostenía la pequeña y pálida mano de su hijo con tanto amor, que no estaba seguro de poder superar todo esto en más de un siglo.
La pequeña manita devolvió el apretón, con ojos cansados, voz gangosa y labios resecos aún lucía como la primera vez que lo tuvieron entre sus brazos.
-Todo estará bien, Papi-la vocecita inocente logró que todos los presentes en la habitación rompieran en llanto-no llores. Papá estará triste si lo haces.
-Calma cariño.-Raphael susurro dulcemente hacia él pequeño-Papi solo está feliz de tener un niño tan maravilloso como tú.
-Yo tengo unos papás maravillosos, por favor cuida de mi fénix-sus ojitos se llenaron de lágrimas ya sin la fuerza para sostener su agarre-tío Magnus tenía razón, el cielo se encuentra con las personas que amas.