Philippe y Sharon no tienen nada en común. Sharon cree en el amor verdadero, en el destino, las almas gemelas y en los grandes gestos de amor. Por eso decide sorprender a su novio, quien se encuentra haciendo una maestría de dos años en Italia. Así es Sharon soñadora, romántica y expresiva. Para colmo tiene que tocarse con este idiota empedernido, quien se burla de su "locura existencial".
Philippe es un chico sencillo, practico y realista. El no cree en el amor verdadero, ni en la persona indicada, solo en la monogamia, no podría con dos mujeres a la vez, con una ya pierde los nervios.
Sin embargo si tienen algo en común, el solo hecho de que sus parejas se cogen entre sí. No hay "Felices los cuatro", solo un felices los dos.
Sharon decide cagarse en todo lo que cree: el amor, el destino, los grandes gestos, y arrastra a Philippe en sus retorcidos planes. No es una historia de amor eterno, solo de dos personas que se conocieron en las circunstancias equivocadas.