Después de pasar por los peores momentos, Ansel Wilkes descubre que el verdadero terror no se encuentra en su apariencia física, sino en su mente. El comienzo es la antesala del verdadero terror de unos pensamientos que comenzaron con la más sana intención de culparse por la muerte de sus padres, y que ahora aquellos se transformaron en el camino de su muerte.