Emprendí este viaje sin pensar en nadie más que en mí, en mis conocimientos, en mi corazón y en mis emociones. Al poner un pie en aquella ciudad, mi mente cambió. Otro idioma se apoderaba de mi lengua y mis ojos maravillados, deseaban ver más. Grecia se convertiría desde aquél momento en mi refugio, en el escape para mi corazón roto y en la calma para tanto dolor. Ésta es mi historia, de cómo fui besada por Grecia y por Maximiliano, el chico de rulos castaños.All Rights Reserved