La sexualidad es un tema complicado para Ramón. Era algo sabido en su casa que ser un trolo estaba mal. Ser puto es peor que ser delincuente, que ser asesino, al parecer. Pero cada tanto se dejaba tirar la goma por alguno que cruzaba su camino. Le gustaba. Aparte, eso no era ser trolo. Nadie le rompía el culo, no besaba a ninguno, y jamás se enamoró de nadie. Era su secreto. Pero ahora, con la llegada de Carlitos a su vida, tenía miedo. ¿Qué pasa si le gustaba su amigo? Si ese pendejo angelical le cambiaba la forma de pensar, si lo hace enamorarse. Sabía que si lo pensaba bien, se podría enamorar de él. No solo comparten profesión, sino también gustos musicales, sentido del humor, y la mayor parte del tiempo están en sintonía. Carlitos lo entendía. Y eso lo asustaba. Lo destruía con miedos e inseguridades. Estaba seguro que el pendejo sabía. Que estaba esperando el momento para atacar, y tenerlo a su merced.
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