Tenía un objetivo concreto, tenía todo perfectamente planeado y entonces, sin pensarlo un día me encontré sosteniendo su mano. Sabía que no teníamos futuro, que nada perduraría y aun así, lo juro, por una vez quería tanto equivocarme y que la palabra que tanto amaba, solo fuese eso; una simple palabra. Fuimos efímeros y serendipia; y tal vez, ese simple hecho hizo que todo valga la pena.
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