Santiago Pérez, 17 años, deja atrás una vida tranquila en Italia para comenzar de nuevo en Argentina junto a su familia. Alto, de brackets plateados y una timidez que se vuelve parte de su encanto, aterriza en un país que le resulta cercano y desconocido al mismo tiempo. Carga despedidas que todavía duelen, el temor a no encajar y un deseo profundo de reconstruirse. Su cabello negro, corto y desordenado; y sus ojos marrones, llenos de timidez y una picardía que intenta ocultar, lo vuelven inolvidable sin que él se dé cuenta.
En su nueva escuela conoce a Luciano Aguirres, un chico bajito, de cabello rubio igual de rebelde que el suyo, parlanchín y con una risa capaz de encender cualquier día gris. También usa brackets, también guarda una luz tímida en esos ojos azul cielo... pero Luciano arrastra cicatrices más visibles: un padre que no lo acepta, una madre que intenta protegerlo como puede y amistades que alguna vez fueron refugio y hoy solo son heridas abiertas.
Entre miradas que se buscan sin planearlo, roces que aceleran el corazón y conversaciones que pronto se vuelven hogar, ambos descubrirán que el amor aparece en los lugares menos esperados.
Y que, a veces, la vida te mueve de sitio solo para acercarte a la persona capaz de verte como realmente sos.
Una historia sobre sanar, elegir, crecer...
y descubrir que el amor más verdadero es aquel que te enseña
a amar diferente
Kara y su madre solo se tienen la una a la otra. Crecieron en la mansión Stone, no como parte de la familia, sino sirviendo en ella. Kara sueña con un futuro mejor, pero vivir tan cerca de los lujos ajenos y tan lejos de pertenecer a ellos tiene un precio.
Desde niña, guarda en silencio un amor imposible por Mark, el primogénito de la casa. Entre humillaciones, secretos y pérdidas, su vida se divide en tres etapas: la adolescencia que la marca, la adultez que la quiebra y la madurez como madre soltera que la pone a prueba una vez más.
Tres épocas, un solo corazón... y una historia que demuestra que, a veces, amar también duele.