En el vasto Jardín de la existencia, cada rosa cuenta su historia. Algunas rosas crecen juntas, entrelazando sus tallos en un eterno abrazo, mientras que otras marchitan en solitario. ¡Oh pobres rosas solitarias!, en este jardín solo nos queda aceptar la fugacidad de su belleza, su única esperanza es la fuerza invisible del amor, que une y separa, destruye y construye, da vida y acepta la inevitable naturaleza de la muerte.
En el jardín de la vida cada rosa tiene su razón de vivir, aprendiendo que cada momento es un regalo precioso, y que el amor es el hilo que es capaz de unir los destinos de cada flor