Las miradas me sofocaban en cada rincón. Después de todo, nada más podía hacer yo. En ese momento vino a mi memoria el instante justo en el que aquel despreciable e inmundo hecho había ocurrido. También recordé su rostro y su sonrisa que me tenía loco de amor. Una mezcla de temor por lo que pudiera pasar y una tierna nostalgia que apaciguaba mi alma se me presentaron al momento del juicio.
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