Dentro de los turnos rotativos que se otorgaban los Mugiwara para las vigilancias nocturnas, una de esas tantas noches había sido el turno de Luffy mantenerse como vigilante, quien se encargó de molestar a sus compañeros para que lo acompañasen, no pudiendo convencerlos en absoluto. Sin embargo, la inesperada compañía de una adormilada navegante lo hizo querer pasar más noches a su lado.