Tarde de verano...
Caluroso pero lo suficientemente fresco para salir a pasear...
Cuento mis pasos como un niño contaría el número de dinosaurios de plástico que posee, me inquieta la brisa y el sonido de mi caminar...
307...
308...
Trescientos nue...
*pum*
Caigo al suelo y un horrible dolor invade mi cabeza
-Carajo, estas bien?
Levantó la mirada y siento que estoy en cielo, un chico bellísimo me está hablando, mientras me ofrece su mano para que me levanté, no se en que carajos estoy pensando, sacudo la cabeza y me desago de esos pensamientos.
(...)
Hace cierto tiempo que se fue, pero como bobo sigo viendo hacia donde partió, ¿que me está pasando?, jamás me había pasado algo acsí, ¿Porque siento tanta curiosidad por saber más sobre el chico misteri... mejor dicho por Emilio?, de mi interior surgen emociones extrañas, me siento raro y decido volver a mi hogar, tal vez sea que el sol me pego de más...
Abbie tiene un problema y la solución está en la puerta de al lado.
¡Ella no ha hecho nada malo! Sin embargo, su excompañera de hermandad la ha puesto en un aprieto en donde su futuro universitario pende de un hilo.
Con el tiempo corriendo, pánico y una mejor amiga experta en dar soluciones, Abbie explora las opciones, pero no tarda en darse cuenta de que Damiano, el frío jugador de hockey y su ceñudo compañero de piso, es la respuesta.