El veneno apasionante trepaba por su garganta, corría por sus venas y se instaló en el centro de su eje. Hirviendo de deseo miro a su acompañante mientras la ceniza de papel golpeaba el piso vibrante bajo los pies de los hedonistas. Una mirada bastó para que se dieran cuenta de que esa noche encontrarían juntos su propia cúspide de placer.
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