Un cuarto solitario, oscuridad y más oscuridad. Mis ojos ya no derraman más lágrimas, parece que se han secado. Me pregunto: ¿Por qué a mí?, ¿Acaso no he sufrido suficiente? - Llora preciosa, ruega por tu miserable vida- se escucha una voz... Sea quien sea, no le daré el gusto de verme derrotada. ¡JAMÁS!