-¿Entonces, quién eres? -le pregunto bastante confundida-
-Soy algo así como tu salvación, pero también tu perdición... -dice él mientras camina, observando cada rincón de mi casa.
-No entiendo. ¿Buscas algo? ¿Quieres algo? ¿Qué quieres de mí?
Esas preguntas siempre están en mi cabeza, y él, por supuesto, nunca les ha dado una respuesta.
-¿Qué quiero de ti? -pregunta, deja de husmear mis cosas y me observa enarcando una ceja.
Un metro de distancia es lo único que separa nuestros cuerpos, pero aún así escucho latir su corazón. Su respiración es tranquila, está en paz, a pesar de sus ataques repentinos de ira.
-¿Qué quieres de mí? -le vuelvo a preguntar casi en un susurro-
Se mantiene sereno, sus ojos me examinan con suma atención, da dos pasos largos hacia mí. Ahora menos de medio metro nos separa.
-Quiero muchas cosas de ti -su voz es tan sexy- Hay muchas cosas que te estoy ocultando, que no sabes de mí... -da un paso más- Quiero que lo sepas todo, pero te metería en un lío enorme. Hasta ahora eres la persona en la que más confío, pero... en este momento solo me apetece otra cosa.
Siempre tiene un pero para todo. Camina a paso veloz hacia mí, yo retrocedo hasta que choco con mi escritorio, se acerca a mí y me levanta para ponerme sobre el mismo. Intento alejarlo pero es inútil, tiene demasiada fuerza.
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