Naruto era un cobarde, pensó Sasuke con la mano metida en el pantalón mientras en el televisor de su habitación se proyectaba el canal de noticias, un presentador con peinado raro y traje de color chillón entrevistaba al Séptimo Hokage sobre alguna cosa política que a Sasuke no le interesaba mucho.
Ojalá Sasuke fuera tan idiota como él... O tan valiente como Sakura, se dijo a sí mismo, sus dedos ásperos subiendo y bajando.
Se mordió el labio, como lo había hecho desde los doce años la primera vez que había fantaseado con su mejor amigo. Cerró los ojos cuando un hilo de semen salió de él y se quedó entre sus dedos, corto y burdo.
Burdo como el hecho en sí mismo de masturbarse encerrado en su habitación, rezando para que su hija no llegase a casa temprano.
Sus dedos se quedaron enredados en su pene ya frío, sus ojos centrados en la pantalla frente a él. Naruto parloteaba mierda sin sentido mientras el entrevistador le lanzaba preguntas pasivoagresivas acerca de la indiferencia de Konoha hacia los aldeanos de un pueblo del país de la Hierba que necesitaban refugio.
Y Naruto mentía y seguía mintiendo. Por eso Sasuke odiaba la política, Naruto debió haber dicho que Konoha estaba a punto de un colapso económico, que una aldea de Soldados no funcionaba cuando no había nadie contra quien pelear, y que estaba intentando con todas sus fuerzas evitar una recesión económica mientras hacía lo posible para traer inversionistas a Konoha, incluso como lugar turístico, una aldea militar, como un puto lugar turístico.
Sasuke incluso había cedido sus derechos de imagen para que hicieran tarjetas o algo así.
Naruto debió haber dicho eso en lugar de "El corazón de Konoha está con nuestro hermanos del país de la hierba".
Naruto había dado la orden para desestabilizar al gobierno del país de la Hierba y dar muerte a su señor feudal con la esperanza de que rindieran sus recursos naturales al país del fuego.