-Mi amor, un matrimonio entre el príncipe heredero de este reino con la princesa del reino vecino no solo eliminara cualquier rastro de hostilidad entre ambos reinos, sino que nos hará el doble de grande y poderosos, como príncipe es tu deber hacer eso realidad, se te dijo la noticia hace ya mucho tiempo, que no hayas ido a conocer a tu prometida y a tus futuras tierras no es nuestro problema, no está en discusión, vas a casarte en 30 días, te guste o no- la reina termino su discurso como siempre los terminaba cuando quería imponer algo, con una sonrisa macabra, ni mi padre había sido capaz de negar algo que ella pidiera cuando lo pedía de esa manera.
Frustrado aleje el plato para dejar caer mi rostro sobre mis manos.
Estaba condenado.