No sé si el amor es dado a los perdedores, a esos que huyen antes de tan siquiera intentarlo, a los que miran a distancia y describen en sus mentes cuan perfecta es esa persona que les gusta, pero tienen miedo a decirles lo que piensan. Por eso muchas veces, el amor termina siéndoles negados, aunque... si se animaran y abrieran bien sus ojos, se darán cuenta que el amor está frente a ellos, solo deben estirar sus manos y tomarlo para siempre. Yo he sentido amor, lo sentí desde el primer día que la miré a ella y desde entonces a diario lo sigo sintiendo; aunque sé que esto es distinto, como si no fuera completamente amor, siento que no lo es en su totalidad, ya saben, con toda su esencia, con todo lo que implica el amar. Tal vez esto solo sea un instante, un fragmento, una mezcla, una mitad o hasta un simple eco... sí, eso, quizás solo se trate de uno de esos ecos de amor que viajan por todas partes resonando, hasta encontrarse con ese par de oídos que los perciban y que deseen hacer algo al respecto, como aventurarse en él, aun si eres inexperto, siguiendo los latidos de tu corazón que se van forjando con más fuerza. Ignorando todo lo que pueda detenerte, aunque te vuelvas solo un amante que persigue su amor a donde quiera que vaya, o tal vez esa persona que renuncie a su acostumbrada soledad y decida aceptar una nueva compañía.
Arthur Zaens, un multimillonario frío y desalmado que ha vivido en la oscuridad desde la desaparición de su esposa, dejándolo solo con sus dos hijas gemelas. Desesperado por encontrar una niñera que cumpla con sus estrictas expectativas, Arthur conoce a Lía, una ex escritora y editora recomendada por un amigo. Aunque su relación comienza de manera conflictiva, con discusiones y malentendidos desde su primer encuentro en un bar, Lía se convierte en la persona que poco a poco transformará la vida de Arthur y de sus hijas, desafiando su frialdad y cambiando su mundo para siempre.