Aferrado a su cuerpo roto sangraba por dentro, el alma destrozada en dos y su mente repitiendo una y otra vez viejas escenas de las muertes de Patroclo y Hefestion, la muerte en vida de Aquiles y Alejandro, el canto de su desesperación lo sintió en el pecho, podía sentir sus partículas contorsionarse y el dolor latiendo en el corazón tan fuerte que sentía que le explotaría, rezo porque explotará. Latido. Luke Latido. Luke Latido. Luke Latido. Luke Latido. Luke Muerto. Luke está muerto y Percy Anhela estarlo. Somos una tragedia. Sin venganza, sin su amor y muriendo en silencio esa fue la recompensa que recibió por salvar al Olimpo, como si Percy hubiese querido hacerlo, como si no estuviera obligado a mirar al mundo a los ojos y fingir estar vivo. Como si no fuera más que un cadáver viviente. Porque como dicen los griegos. Hay peores castigos que la muerte. Y Percy Jackson estaba pagando haber nacido.
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