Mis ojos estaban cerrados con fuerza, de mis ojos deslizaban lágrimas, seguramente si mi boca no tuviera barreras ahora mismo...también saldrían sollozos, los recuerdos de Ryan venían a mi mente de golpe...lo extrañaba, y mucho, sentía repulsión, asco ante este hijo de perra.
-Qué irónico, ¿no?
-S-Suéltame.
-Oh no, no ¿de verdad?
-¡Yo no e echo nada! ¡Suéltame! ¡Déjame ir con mi familia!
-¿Ese...hombre? Ryan no es nada, un simple...mantenido, y uh, estás esperando un bebé ¿mm?
-¿Q-Qué?
-Oh Brendon, que tierno es que seas una figura pública...que oculta su vida "personal" ¿cuando planeabas decirlo?
-¿T-tú cómo sabes eso?
Pregunto con un chillido encogiendo sus piernas hacia su pecho.
-¿Q-quien eres?
Pregunto dejando salir eso en un susurró triste.
-¿De verdad no me recuerdas?
Dallon le quitó la venda a Brendon, quien parpadeó algunas veces, sus palabras se atoraron.
Mierda...
Hay reglas en el mundo que debes cumplir. El deber de servir y complacer, dar y recibir.
Soy Stella Miller, una mujer firme y con decisiones. Nadie puede sobrepasarse conmigo si no quieren morir en garras de él.
Mí amado esposo, el hombre fuerte y delicioso que siempre está a mis pies, al único que me pondría de rodillas y al único que acariciaria de manera perversa y coqueta...
Y mucho cuidado con las cosas que dicen de mí, porque soy una chica. Más conocida como la mujer del Diablo.