El enojo y la ira nublaron mi juicio, era tanta la impotencia que sentía que no medí las consecuencia de mis actos, no sabía si estaba vivo o muerto y la verdad no me importaba, la mirada que mi reflejo me devolvía no era la misma de aquella niña que sonreía feliz por cumplir quince años no había brillo en sus ojos, su inocencia había desaparecido el corazón bueno y puro que algún día tuve se esfumo o si quedaba un poco de ello estaba muy oculto. Mis días se tornaron oscuros vivía en piloto automático, sentía que era una marioneta, no acudí a terapias ni a nada, mis padres intentaron que hablara pero no consiguieron nada, lagrimas de tristeza y desesperación corrían por mi rostro, el espejo se había convertido en mi enemigo y la vez en mi única compañía pues me mostraba la realidad que quería olvidar, mi abultado vientre solo me mostraba mi peor pesadilla si MI ESPOSO estaba vivo estoy segura que se encargaría de quitarme al bebe.