Juan Andreas recordó un detalle que al momento había dejado de lado. Una de las piezas dentales del cadáver, la número treinta y dos, tenía una pigmentación escasamente diferente de las demás. Con todo lo que venía hilando, le pareció lo suficientemente llamativo el compendio de detalles, sumado ese, como para devolverse a la morgue, llegando en cuestión de alrededor de una hora pasada la media noche.