Los hombres que pretender ser libres o aquellos que lo anhelan con todas sus fuerzas, no reconocerían la libertad aunque la tuvieran enfrente, es el ensimismamiento el que los tiene encerrados, enajenados del entorno que los rodea.
La oscuridad del mundo que plantea la historia podría parecer exagerada, y algunos pensarán que no se asemeja a la realidad en la que vivimos, pero se equivocaran. Porque este mundo evoca a aquel que se sobrelleva día a día en nuestro interior, e intervienen en él todos nuestros pensamientos miserables, nuestros deseos no concretados, nuestros rencores más íntimos. Está conformado con la esencia de un hombre que no puede dejar de recluirse en un egoísmo ridículo, inevitable y la mayoría de las veces, inconsciente.
Pero esto no quita que siempre haya un ápice de esperanza para la iluminación de las almas, de eso estoy seguro.