-¿Por qué me has ayudado? - arqueé una ceja. -Porque me dabas pena, con esa carita de perrito asustado... -¡Basta! ¡Deja de jugar conmigo! -Debes de sentirte el centro del mundo para pensar eso. Pobre diablo. - hizo un gesto como si se estuviera compadeciendo de mi. Suspiré. -Y bien, ¿Qué hago aquí? -pregunté con "cara de póker". -Cambiar el mundo. ¿No era lo que querías? - sonrió con un tono burlesco. -¿Y qué se supone que tengo que hacer ahora? - Vive la vida normal que nunca pudiste tener. -sus ojos carmesí brillaban. Era un espectáculo de colores. - Cuando quieres puedes ser linda, ¿eh? - sonreí. - ¿Estás intentando ligar conmigo? Llamaré a la policía. - Ella se alejó mientras se abrazaba el cuerpo, como si estuviera en peligro. Retiro lo dicho. - ¡No! ¡Además fuiste tú quien me trajo aquí de la nada! Se empezó a reir, como si estuviera burlándose de mi. Bueno, no es que yo no estuviera de acuerdo, pero me esperaba antes cualquier cosa a lo que sucedió cuando accedí a que me ayudara a "cambiar el mundo". -Vamos, demuestrame lo que harás con tu segunda vida... - continuó- ¡Demuéstraselo al mundo! -Déjame en paz, Beth. - Reproché.
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