Sinopsis:
No es lo mismo la edad que la madurez.
La edad es un arma que ataca, tanto a los demás como a tu propia persona, la edad es un orgullo y una vergüenza y la edad es capaz de confundirte tanto como a un niño pequeño el leer las horas. Pero de eso se trata: HORAS. La edad son los segundos, minutos, horas y días que tenemos, y los que nos quedan. La edad es como un temporizador, que cuanta atrás lo que nos queda de vida y nos la arrebata de las manos.
La madurez, sin embargo es la edad no física, sino mental, es allá donde el tiempo no pasa, sólo lo aprendido en él.
Hay veces en las que en los cruces del destino, éste se olvida de sincronizar la madurez y el tiempo. ¿La moraleja? Ya lo sabemos: Para el amor no hay edad, pero, ¿es eso del todo cierto?
Lo malo se acerca cuando alguien como ella se fija en alguien como él, cuando el blanco y el negro se juntan y jamás se alejan. Algo tan enfermizo como extraño, y más si se trata del padre de su enemiga, con una diferencia de 15 años. Pero más enfermizo es todavía, si los accidentes existen, y convertirte en la madrastra de tu enemiga, no es una buena idea.