Anya jamás se imaginó que casarse sería la peor decisión que tomara, pero no se arrepiente, cómo hacerlo si le trajo el regalo más grandioso que alguien le puede dar... su hijo. Un niño precioso y cariñoso que lo único que tiene en el mundo es a ella , al igual que ella a él. Durante dos años aguanto sus rechazos y maltratos psicológicos, por su bebé, porque creciera dentro de una familia. Tuvo que pasar un año desde que Leandro naciera para que ella se diera cuenta que nunca eran ni serían una familia. Tenía un plan de escape, pero una acción, una agresión más allá de solo palabras hirientes la llevo a acelerar sus planes y huir de su casa con su hijo en un brazo y una pequeña maleta en el otro. Comenzarían una nueva vida, ella sabía que podría lograrlo, tenía su característica pero olvidada determinación y a su pequeña fortaleza a su lado. Gustavo nunca se imaginó que una castaña ingresaría a su mundo para revolotear su vida, y mucho menos que no entraría sola, sino con un pequeño ricitos que se encargaría de ponerle chispa a sus días. La monotonía de su vida solo se basaba en dirigir su exitosa cadena de restaurantes y de vez en cuando ver a su alocada hermana insistiéndole siempre en que siente cabeza. No es particularmente fan de los compromisos sentimentales, mientras más simple menos riesgo y menos dolor, razón por la cual se sorprende de la capacidad de esta curiosa mujer para derrumbar sus barreras y crearse un lugar en su corazón. Dos personas diferentes con un pasado muy similar, llenas de miedos e inseguridades que poco a poco irán superando y más rápido si es con compañía.