El padre de Nazareth ha desaparecido; para encontrarlo, debe seguir una serie de instrucciones que, al parecer, tienen mucho que ver con el oscurantismo. Tras intentar hallarlo por su cuenta, decide acudir al nombre que reza la primera instrucción: Alexander Ambrose, el amor platónico de su infancia, exalumno de su padre y reconocido teólogo de la actualidad.