Jaemin era un lienzo blanco, uno que merecía los mejores cuidados del mundo. Poco a poco y por toda su vida fue un pintado por un verde oscuro, luego vino uno más oscuro, pero para él eran el mismo verde. En ocasiones ambos verdes cambiaban a azúl, y entonces el lienzo blanco de Jaemin fue pintando por matices verdes y azules.
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