No sé en qué momento empecé a hablar con Víctor, no sé si fui yo la que lo agregué a mi cuenta o si, por el contrario, fue él quien me encontró. Nos hicimos cercanos prontamente, creo que a la semana ya sabía más de mí que mi gato Simón, quien me miraba con decepción al recibir -con entusiasmo- las videollamadas de un completo extraño que se encontraba aproximadamente a nueve mil kilómetros de distancia.All Rights Reserved