-El amor no es cómo lo pintan-. No nos enamoramos de la sencillez, de la tranquilidad, de lo sereno. Nos enamoramos de lo prohibido, de las emociones fuertes, de quién nos hace morir y vivir, de quién nos arranca de nosotros mismos, quién nos lleva a tomar decisiones fuertes pero placenteras y que nos hacen felices. Nos enamoramos del riesgo, tomamos siempre el camino difícil por que el fácil, a pesar de ser quizás el mejor ante los demás, no es el más divertido, no es más satisfactorio, no es ni la mitad de el verdadero amor. Está en ese pequeño detalle, si no es incorrecto, prohibido o inconveniente, entonces, no es amor.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.