La vida de Ángela está a punto de dar un giro brusco por segunda vez. Desde que falleció su marido, dos años atrás, sus esfuerzos han ido encaminados a criar lo mejor que le es posible a sus dos hijos: Noa y Alejandro, de 16 y 8 años respectivamente. Sin embargo, perder su empleo le conduce a una difícil situación economica y familiar. Si no encuentra un trabajo urgentemente, el banco les quitará su vivienda por la que tantos años llevan luchando, no podrá pagar los estudios de sus hijos, ni su manutención, y las facturas se convertirán en deudas constantes. Es esa compleja situación económica la que le conduce a aceptar un puesto de trabajo a casi 1000 kilómetros de su vivienda, por lo que Ángela tendrá que tomar la difícil decisión de separarse de sus hijos por una larga temporada. Noa y Alejandro, por su parte, se irán a vivir con su abuelo paterno en lo que Ángela encuentra una mayor estabilidad en su nueva ciudad. El abuelo es un hombre al que apenas conocen aunque el padre de ambos hermanos siempre le consideró alguien admirable y un ejemplo a seguir. Pero los años, en ocasiones, corrompen los corazones y las almas. Pronto, ambos hermanos descubrirán que el abuelo es una persona déspota, grosera y desagradable, una persona con un pasado tan oscuro y secreto como su alma. El entrañable abuelo que describía su difunto padre es, realmente, un monstruo lleno de odio, maldad y crueldad.